¿A qué me refiero? Primero realizaré una
introducción a modo de marco.
Sabemos que vivimos en tiempos de la Sociedad
de la Información, donde navegamos, aunque a veces naufragamos, infinidad de
textos digitales, imágenes, videos, audio, etc, etc, etc. Una sociedad donde el
acceso a la información se ha democratizado, lo cual es muy bueno, porque
tenemos a la distancia de un clic del mouse una cantidad inmensa de recursos a
los que podemos acceder, expresados en números de páginas de resultados que
posiblemente no nos alcanzaría la vida para recorrer. Es más, tan increíble es
este acceso a las redes, que algunas veces cuando erramos la escritura de una
palabra clave, el navegador nos alerta “Tal vez quiso decir…” y en muchos casos
le terminamos dando la razón.
En este medio nos movemos nativos e inmigrantes
digitales. Los primeros son aquellos que nacieron en una sociedad donde el
acceso a las redes y dispositivos digitales era de uso habitual, e inmigrantes
aquellos que debían adaptarse a este cambio cultural.
Es en este contexto de infoxicación, o de
información líquida en términos de Bauman, donde surge de entre medio de aguas
turbulentas una posibilidad de rescate. Es un salvavidas, pero uno que dice en
su superficie visible “Alfabetización Digital”. La
alfabetización digital surge como respuesta a esta situación, y es a través de
la misma que comenzamos a transitar esta era de una manera más acertada,
conciente, crítica y segura. Es a través de la alfabetización digital que emprendemos
un camino de respuesta a esta problemática que se nos plantea, trabajando y
fortaleciendo competencias y habilidades en el tratamiento de la información,
esto es, en su búsqueda eficiente, en la selección de la misma, en su
organización, en su análisis e interpretación, en la articulación con otros
conocimientos, en su transformación, y por qué no en la publicación en las
redes, en su comunicación. Sin dejar de lado, por supuesto, lo inherente a la
construcción de la ciudadanía digital, para un uso ético y responsable de las
tecnologías.
Posiblemente pensemos que en este camino de
respuesta los nativos tienen las de ganar, pero tal vez coincidamos en esto: “ser
nativo digital no implica estar digitalmente alfabetizado”. Uno no nace
con estas habilidades, a menos que las ponga en práctica. Es así que en
contraposición de este concepto de nativo digital, de Prensky, surgió el de
“residente”, de White y Le Cornu, para referenciar a aquellas personas que se
mueven con fluidez en la era digital, independientemente de su fecha de
nacimiento, sino que toma en cuenta la forma en la que nos adaptamos al medio.
Yendo ahora si al ámbito educativo, seamos
nativos, residentes, o como quisiéramos llamarnos, la cuestión es que en la práctica
docente estas competencias no están muy desarrolladas. En tiempos de la
Sociedad de la Información volvemos a escuchar hablar de analfabetos, pero
ahora en términos de la Sociedad Digital (tal cual lo expresa Manuel Área), y
cuando surgen estas palabras, “analfabetismo” o “alfabetización”, nuestra mente
asocia que la respuesta está en las instituciones educativas, en los docentes. Si
bien es cierto que la educación formal tiene incumbencia, también es cierto que
la educación informal es una posibilidad en el camino hacia la alfabetización
digital, a través de las prácticas autónomas de aprendizaje, del
fortalecimiento del PLE (entorno personal de aprendizaje), etc. Pero volviendo
a la educación formal, pienso especialmente en los actuales estudiantes de
profesorado, vemos en ellos la esperanza de que sean docentes 2.0 (la versión
más popular), por el solo hecho de ser nativos digitales, pero la realidad
demuestra que una condición no implica
la otra, porque repito “ser nativo digital no implica estar alfabetizado
digitalmente”. Lo cierto es que, pasada la brecha de acceso físico a las
tecnologías, la brecha de uso en el
ámbito educativo permanece vigente, y de hecho se percibe como una “brecha
elástica” porque se estira, se estira, se estira, sin terminar. ¿Esto a
qué se debe? Posiblemente a que los estudiantes al realizar sus prácticas, o al
egresar, muchas veces tienden a “repetir estándares enraizados”, porque esta es
la forma en que aprendieron, porque es lo que conocen, porque es lo seguro,
porque en definitiva es así como se aprendió toda la vida, ¿no?
Es así como nos encontramos con docentes nativos,
que se mueven muy eficazmente en terrenos digitales asociados al ocio, la
recreación, lo social, pero para quienes las aguas siguen siendo desconocidas
en el campo educativo. ¿Será que estamos frente a docentes nativos digitales
que desarrollan prácticas anacrónicas? Recordemos que anacrónico es todo
aquello que está en desacuerdo con la época presente o que no corresponde a la
época en que se sitúa.
Es evidente que es necesario un cambio, hace
tiempo ya, y es un cambio que debe comenzar desde las aulas, o que al menos
debe encontrar en las mismas una aliada… o un salvavidas.
Palabras claves: alfabetización digital, brecha de uso,
nativos digitales, inmigrantes digitales, residentes digitales, docentes
Referencia bibliográfica:
Área, M. y otros (2012). “Alfabetización
digital y competencias informacionales”. Fundación Telefónica. Recuperado de: http://campus.fundec.org.ar/admin/archivos/CAP%201_%20Alfabetizacion_digital.pdf
Área, M. y Pessoa, T. (2012). “De lo sólido a
lo líquido” las nuevas alfabetizaciones ante los cambios culturales de la Web 2.0” . Revista Comunicar. ISSN:
11343478. Recuperado de: http://www.revistacomunicar.com/index.php?contenido=detalles&numero=38&articulo=38-2012-03
White, D. y Le Cornu, A. (s/a). “Visitantes y
Residentes: Una nueva tipología para el usuario digital”. Recuperado de: http://ciie-r10.wikispaces.com/file/view/Visitantes_y_Residentes_-_una_nueva_tipolog%C3%ADa_para_el_usu+ario_digital_._D.White._A.Le_Cornu.pdf
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